jueves, 22 de agosto de 2013

El priscilianismo: relación con Os Martores



















Capilla de San Mamede en Os Martores (Pontevedra). Detalle de la fachada

Os Martores es un pequeñísimo pueblo situado en el interior de Galicia (España), concretamente en Pontevedra y que forma parte del concejo de Valga. En él se erige una capilla dedicada a San Mamede, aunque también, en el mismo lugar, se creó una necrópolis hace muchos siglos, actualmente en desuso.

En los alrededores y debajo de San Mamede fueron sepultados los que yo considero como los ''fundadores'' del cementerio. ¿Quiénes son? Discípulos de Prisciliano fallecidos fuera de Galicia y llevados allí a través de amigos o allegados con el objetivo de hacerlos descansar en paz en su tierra natal.

Prisciliano (Gallaecia, 340 – Civitas Treverorum, actual Tréveris, 385) fue un hereje cristiano que pagó con su vida el rechazo que sentía la Iglesia Católica hacia nuevas creencias y formas de vivir que se apartaran de su firme doctrina. Seguramente de familia noble galaica, vivió durante el siglo IV, fue Obispo de Ávila y perseguido hasta ser condenado y finalmente decapitado por exponer y promover su doctrina cristiana: el priscilianismo. Defendía entre otras cosas una mayor libertad de las mujeres, la austeridad como forma correcta de vida y además su pensamiento estaba teñido de las costumbres locales, incluso podrían llamarse celtas y especialmente druidas venidas tanto de su hogar como de su profesor Delfidio. 
Delfidio era un descendiente de sacerdotes druidas, hombre rico bordelés probablemente aristócrata, profesor de retórica y abogado, que en uno de sus casos tuvo como tarea defender a Juliano, otro priscilianista ejecutado junto a su líder en Tréveris (Alemania) a finales del siglo IV. De ideología por supuesto pagana y con un grandes dotes para el discurso que le transmitió a Prisciliano, al ser su profesor, falleció antes de la ejecución de su mujer Eucrocia y de su hija Prócula, las cuales también perecieron en Tréveris al lado de Prisciliano y Juliano. Ambas defendieron el movimiento hasta literalmente morir.
Otros discípulos de Prisciliano, a parte de los citados son, el poeta Latroniano y su hija Eufrosina, Felicísimo, Urbica, Asarino y Aurelio. Algunos fallecieron junto a su líder y otros por causas desconocidas, aunque probablemente todas con una base común: la creencia de estas personas en el priscilianismo y el temor que esto suscitaba a la Iglesia Católica.

Pero para terminar y dar paso a la parte que da nombre a la cabecera de esta entrada, el priscilianismo resultó ser una gran revolución en contra de la Iglesia corrompida, una doctrina con muchos seguidores que miraba hacia el pasado, tomando gran parte de las costumbres de los pueblos castreños (con influencia celta, claro está) tan emergidos en Gallaecia (noroeste de España y mitad norte de Portugal) y Francia, cuyo sencillo fin era alejar al cristianismo de la corrupción que lo asolaba en la época. Su erradicación fue costosa pero bastante rápida a fin de que no se extendiera más esta filosofía de rasgos arcaicos. 

Detalle de un pequeño vano rectangular con derrame de la capilla de San Mamede

Ahora es cuando regreso al tema de Os Martores. Primero vamos con la toponimia. El nombre de Os Martores se traduce como Los Mártires, aludiendo a la existencia de mártires enterrados en dicho pueblo. Si miramos atrás, comenté que algunos discípulos de Prisciliano provenían de Gallaecia, al igual que él, y que por eso habían sido asesinados. Es lógico pensar que Prisciliano habría ganado muchos apoyos en su localidad y que parte de ellos protegerían hasta el final el pensamiento priscilianista. Enlacemos eso con Os Martores: a pesar de ser herejes los priscilianistas enterrados, el hecho de ser sepultados de manera casi ''secreta'' probablemente hizo que con el pasar del tiempo, la aldea se empezara a llamar Os Martores por la creencia de que eran auténticos santos sufridores y martirizados, y no pecadores, como se les consideró en su momento.

Remontándonos a la ejecución en Tréveris de Prisciliano, Eucrocia, Prócula, Juliano... posteriormente, algunos adeptos suyos viajaron hasta Tréveris para exhumar los restos de todos los fallecidos y llevarlos a su lugar de origen (año 389). Aquí clasifican a Prisciliano y a otros ejecutados con él como galaicos, así que los adeptos partieron desde Alemania a Gallaecia. A su vez, las raíces celtas de Prisciliano, tan propias del noroeste de España, le harían ser acompañado por otros fenecidos norteños de su misma condición, que como antes mencioné, conocería de su tierra natal. Puntualizo diciendo que habrían nacido en un lugar específico: Galicia, aunque por supuesto no todos en un mismo sitio.
Pero seguimos. En el bosque de Libredón (actual Santiago de Compostela) dan sepultura a Prisciliano, encontrado en el siglo IX por un ermitaño que vivía en la zona llamado Pelayo, quien decía ver ''luces, estrellas en el campo'' (de ahí Compostela = Campo de las Estrellas). Esto se debe a la emisión de gases luminosos que puede provocar la putrefacción de materia muerta (fuegos fatuos). Esa idea perdura hasta hoy, aunque hay que tener presente que el estado de descomposición, tanto de Prisciliano como de sus compañeros suyos, en el 389 ya sería muy avanzado habiendo muerto todos en el 385 y pasando tres años más el calvario de su viaje a Gallaecia desde Tréveris. Por eso, pese a que Pelayo hallara restos humanos, es imposible que emitieran gases y serían fijo un esqueleto con la cabeza cortada, salvo que hubiera cadáveres más recientes apilados o cercanos a los más antiguos, usándose el bosque como necrópolis ya en el año 800 aproximadamente.

Paulatinamente se va formando la leyenda del Apóstol Santiago, confundido con Prisciliano (aunque eso es otra historia, pues Santiago no estuvo nunca en España, no pertenecía a ella y además dicho apóstol guardaría una diferencia temporal con Prisciliano de más de tres siglos). Prisciliano estaría hoy enterrado (desde el siglo IX) en la Catedral románica de Santiago de Compostela, cerca del bosque, todavía suplantada su identidad por la del apóstol Santiago y teniendo su mayor apogeo como centro religioso en el siglo XII, sirviéndose también de la ruta jacobea, que al parecer, fue la que hicieron los seguidores de Prisciliano para llevarlo de nuevo a Galicia. 

 Árbol que linda con la ermita de San Mamede

Centrándonos de nuevo en Os Martores, parte de los adeptos priscilianistas yacerían aquí, al igual que Prisciliano en Libredón. Por ahora se desconoce quienes podrían ser y sus cadáveres. Los invasores germanos suevos se darían cuenta de los enterramientos y convertirían la zona en cementerio. La ira de Prisciliano al morir habría sido tan grande que luego de su ejecución haría que invadieran su tierra natal, Hispania, varios pueblos bárbaros (godos, suevos, alanos y vándalos), lo que acabaría colmando la destrucción del Imperio romano de Occidente casi un siglo después de su muerte, en el 475. ¿A que es curioso el mito que me he inventado? Tras los suevos vendrían más y más pueblos que seguirían utilizando el área sepulcral. Por tanto, los restos de los priscilianistas estarían bajo capas y capas de estratos conformadas por los cadáveres, tierra, escombros y otros materiales... sumándose esto a las gruesas y potentes raíces de los gigantescos robles y alcornoques que rodean la capilla, cuyas dimensiones se deben quizás a la abundancia de detritos (las personas enterradas a lo largo de los siglos...). La misma ermita también supone un escollo importante si queremos saber más sobre lo que hay debajo...


 Espadaña de la capilla

La ermita de San Mamede data del período paleocristiano del arte, aunque sería reformada en el siglo XII (curiosamente, en el mismo siglo del esplendor de Santiago de Compostela) y después en el siglo XVII. Es fácil ver que no tiene decoración alguna. Puerta adintelada, muros lisos y con escasos y pequeños vanos de forma rectangular con derrame pronunciado para aprovechar la luz natural. Está construida de sillares de granito con los típicos líquenes de colores variados adheridos.




Al visitar la construcción arquitectónica encontré al lado de su pared derecha (si tenemos la fachada de la capilla de frente) dos tumbas de época medieval. Una de ellas está prácticamente del todo enterrada. La otra se encuentra descubierta por completo: es muy larga pero estrecha. En la primera y segunda imagen se aprecian muy bien desde distintos planos. En la tercera fotografía aparece una lápida de forma eclíptica con una especie de ''y'' grabada, aunque está bastante desgastada y resulta casi imposible reconocer su forma.

Interior de la capilla de Os Martores a través de un cerrojo. Ese día estaba cerrada. En el lugar se encontró un objeto de interés: un ara romana dedicada al dios Mercurio.

Así es, brevemente, la explicación que os brindo de la relación de Os Martores con la corriente priscilianista, junto con la pequeña presentación del edificio y de la necrópolis. Recomiendo visitar este lugar pues está, a pesar de su sencillez, lleno de encanto. Al pasear entre los majestuosos árboles que protegen la ermita, te das cuenta de que el lugar que pisas está plagado de leyenda y consecuentemente de misterios. Invito a investigar más sobre Os Martores.


El misterio es la cosa más bonita que podemos experimentar. Es la fuente de todo arte y ciencia verdaderos.
Albert Einstein