lunes, 22 de agosto de 2011

Don Jaime I de Aragón



Esta es la historia de un escribiente que quiso ser rey y escogió como nombre el de Jaime, como Jaime I de Aragón, hijo de Pedro II el Católico y de María de Montpellier, herederos de dos importantes linajes.
La vida del escribiente transcurrió de escrito en escrito. Después de ver tanta desgracia y guerra que relató, su corazón le falló, le hizo ser alguien duro, y aunque lo suyo no era enfermedad, si no ganas de huir de aquellas tragedias.
Comenzó al fin una vida como siempre deseó, ser Jaime I de Aragón, de ahí con príncipes, princesas, reyes y reinas.


Va pasando el tiempo y en un país hay un joven heredero que va a casarse con una chica plebeya, inteligente, y bonita que curiosamente tenía la profesión que Don Jaime más anhelaba.
Llegó la boda, la chica era originaria de la capital donde su amado Príncipe tenía el título como heredero al trono de la Corona de Castilla y España.


La Princesa es muy importante para el Reino de monarquía parlamentaria. Acercó al pueblo a su Príncipe y la gente la quiere porque es natural como las manzanas de la tierra de la bella Princesa.
La alegría sonríe a los Príncipes con sus preciosas infantas. 
Sin embargo Don Jaime que en realidad quería ser el Rey no ve con buenos ojos a la Princesa, todo lo que hace le parece perjudicial para la Corona, está equivocado y no sólo eso, él lo sabe.
Aun así su afán de notoriedad le hace decir despropósitos sobre la Princesa.
Don Jaime, usted que es Soberano de su Reino, deje que el Príncipe y la Princesa lo sean del suyo. No se empeñe que el suegro de la Princesa no abdicará, morirá siendo Rey. A veces vale más un paso atrás y defender a las nuevas generaciones que perder lo construido con tanto esfuerzo.


Este Reino está con los Príncipes generacionalmente.
Don Jaime, piense que también hay princesas de tacón alto, princesas del pueblo, reporteras bajitas, presentadores con pluma y Reinos de color.
Don Jaime I de Aragón, tiene una historia muy atractiva para el lector, ya que en primeras nupcias se desposó de Leonor de Castilla, pero por razones de parentesco su casamiento fue anulado.
¡Ah! Era Rey de Aragón, Mallorca y Conde de Barcelona, lo último le suena mucho a Don Jaime.
Señor Don Juan José, piense, ¿No es mejor una plebeya, buena, inteligente e independiente y sobre todo mujer de su época que no una rancia princesa, duquesa o tal vez marquesa, con título nobiliario pero sin pasión por la vida como sus antecesoras?.

Todo es según el color del cristal con que se mira.
Ramón de Campoamor.

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